Mis ojos se pasean de arriba abajo admirando tu silueta desnuda. No puedo parar de mirarte Alzo mi mano deseando tocar tu tibia piel. Es solo un tacto frió el que me recibe. Mis gruesos labios se curvan en una sardónica sonrisa y en mi mente se repiten una y otra vez esas palabras que ahora me dan consuelo. Llegamos a este punto porque tu no lo evitaste, por eso esta bien, por eso no tengo miedo. Y de un momento a otro siento entre mis piernas crecer la excitación mientras rememoro las sensaciones que percibí hace unas horas, el gran placer que me proporcionaste. Ambos lo decidimos Sungmin, ambos los disfrutamos y ahora asumiremos las consecuencias. La mano que minutos antes tocaba tu mejilla se desliza hacia abajo poco a poco, descendiendo, llevando al centro de nuestro pecado. Mi piel se eriza solo con verte, esta sensación despierta de nuevo. Toco lascivo -y con la mirada un tanto perdida- tu sexo masajeándolo con fuerza. Anda despierta, se que va a gustarte. Y se que no me equivoco sungmin, se que no me equivoco porque horas antes gemiste como una puta en celo mientras te penetraba salvajemente. ¡Hey! ¡Despierta! Dame ese placer una vez más, solo una vez más ¿si?, déjame mirar una vez más tu rostro desencajado por el deseo. Quiero clavar mis dientes en tu piel, tinturar ese lienzo blanco, darle vida con tonos morados, verdes, con líneas irregulares rebosantes, rojas. ¡Aráñame! ¡Aráñame de nuevo maldita sea! Mueve tu maldita mano y resístete, golpéame, berrea, respira.. ¡Vamos! ¡No puedes dejar que lleve esta carga yo solo! ¡No es mi culpa! Tú eres el culpable, tú eres quién vino a mi rogando diversión.. Probemos algo nuevo... Y me extendiste – luego de encenderlo- un cigarrillo de aspecto raro, siendo tú no dude, y di una profunda calada notando como un extraño sabor se dejaba percibir en mi garganta, como un olor a hierba quemada escapaba travieso y se expandía alrededor, danzando entre nuestros cuerpos. Estando contigo sabía que podía hacerlo, algo había sucedido, ya no tenía miedo. ¡Dios! Se sintió tan bien..¡Mierda! ¡MIERDA! Se sintió tan bien que me enfrasque en mi propio placer dejando de lado el tuyo, fue tan viciante la sensación, fue como un afrodisíaco ver tu rostro en la cúspide el placer, las expresiones resaltadas debido al nulo oxigeno que pedía entrada a tu cuerpo. Y no me medí, no fui capaz de controlar la fuerza que mis manos ejercían en tu delgado cuello, porque cerré los ojos y mi sumí en mi propia irrealidad, ajeno a todo, completamente perdido. Y cuando los abrí, cuando terminé y quise que besaras mis labios, ya no estabas aquí, te habías ido. Tu pecho no se movía y por más que te zarandeaba no querías despertar, de tu boca algo parecido al semen escurría por tus labios y cuando me acerque a comprobar si realmente lo era, no lo fue. Era saliva, una burbujeante y un tanto espesa saliva que se perdía absorbida por la blanca funda de las almohadas. No se cuantas veces te lo hice antes de darme cuenta, lo que si recuerdo es que paré cuando llegue a sentir que dolía el introducirlo. Ahora, simplemente ya no te mueves, eso me desespera. Entierro mi rostro en la orilla de la cama centrando mi vista en el suelo de la habitación, y ahí están, los veo, empiezan a seducirme nuevamente. Diversas colillas desperdigadas por el suelo, la mayoría completamente quemadas, solo una a medio consumir. Me estiro un poco recogiéndola, mirándole un poco, terminando encendiéndole. Ya no hay retorno ¿no es así? Consumirlo no remediara nada, dejar que se queme poco a poco no te regresará a mi. Tu cuerpo tendido boca arriba, tus ojos abiertos de par en par, tu piel semiexpuesta, moretones cubriéndola al azar… Una vez más sungmin, esta vez si será la ultima. Y me montó nuevamente sobre ti, introduzco mi sexo erecto en tu cuerpo y comenzó a moverme de manera sinuosa. Abrázame pequeño conejo, abrázame por última vez, por favor, concédeme solo eso. Por más que ruegue no lo haces, por más que grite tu nombre se que no vas a responder, así me entierre con mas violencia en tu cuerpo, intentando hacerte reaccionar se que nada podrá despertarte de ese profundo sueño en el que te haz sumido, en el que yo te encamine. Te arranqué la vida sin ser consiente de la propia. Yo que alguna vez prometí protegerte fui tu peor y más cruel verdugo. Pase de ser tu amante a convertirme en asesino. Un asesino Tú asesino.
Fin.